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Fernando Verdasco

Servicio:7

 

Resto:9

Derecha:9

Revés:7

Volea:7

Defensa:5

Mentalidad:4

Físico:10

 

Movilidad:5

Talento:10

Regularidad:3

 

Agresividad:8

 

Aceleración:10

 

Imaginación:7

 

Táctica:5

Nacimiento: 15/11/1983 (29 años). Madrid, España

 

 

Estatura: 1,88 m

 

 

Peso: 88 kg

 

 

Profesional desde: 2001

 

 

Entrenador: Ignacio Truyol/José Verdasco

 

 

Ranking actual: 32 (octubre 2013)

 

 

Títulos este año: -

 

 

Momento cumbre de su carrera: Final Copa Davis 2008
 

 

 

 

 

Estaba llamado a ser número uno algún día. Debía luchar por coronarse en cada torneo en el que participase. En cambio, Fernando Verdasco nunca acababa de desplegar las alas. Le costó muchísimo tiempo entrar en el Top30. Tardó aún más en colarse en el Top20. Los años pasaban y Fernando parecía haber tocado su techo. No iba a cumplir las expectativas y al final de su carrera habría más pena que gloria. Las expectativas. Uno relaciona expectativas con presión, piensa en Verdasco y luego se lo explica todo. Tenía que ser duro para él sobrellevar el aparente fracaso de su carrera. A todas luces, el madrileño era un claro ejemplo de fragilidad, de lucha interior, de perder una y otra vez consigo mismo. Porque viendo jugar a Verdasco uno siempre tiene la sensación de que el destino del partido pasa por la raqueta que sujeta con su mano izquierda.

 

En Mar de Plata las circunstancias le brindaron una oportunidad. Dudó. España, también. El público argentino olió su miedo. A buen seguro que Verdasco, aquel Verdasco, deseó salir corriendo de allí. Pero no podía. Y en una huida hacia adelante, su derecha corrió por él dando a España la primera Ensaladera de su historia fuera de casa. Y todo cambió. Huevo o gallina, nunca sabremos si fue la victoria la que elevó el nivel de confianza de Verdasco o si ésta llegó cuando Fernando vio que sólo su determinación podría hacerle salir airoso de la situación más adversa a la que nunca se había enfrentado.

 

El cambio tuvo efecto durante los meses siguientes, en los que Fernando Verdasco se pareció al tenista que debía ser, el que por talento le correspondía. Pero no duró. Se esfumó. Un día, sin más, desapareció. Por arte de magia, todo ha vuelto a ser lo que fue durante casi toda su carrera. Deberíamos haber hablado en este artículo del tenis de Verdasco, pero ya habla por sí mismo: sólo hay que verle. Si tiene el día, claro. Merece la pena. Con Verdasco, no hay ni trampa ni cartón; sólo ilusión. Porque es el mago del circuito: tan pronto le ves…como desaparece.

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