Sobre la superficie del planeta hay más de mil trescientos millones de chinos. De todos ellos, nadie ha tenido nunca la relevancia en el mundo del tenis como Na Li. Ante la ausencia de un icono en el circuito masculino, la tenista de Wuhan es sin duda la ‘Rafa Nadal’ de un país donde este deporte es el hermano pobre del bádminton y el tenis de mesa. Precisamente ella empezó en el bádminton, deporte en el que su padre fue deportista profesional. Li ha ganado en Paris y recientemente en Melbourne, y es en el evento australiano donde siempre ha dado lo mejor de sí misma.

La pequeña estatura no es un inconveniente para la china. Más bien al contrario, hace de ella el patrón que corta su juego. Su gran solidez de fondo y una extraordinaria movilidad como antídoto a la potencia sin control que hoy reina en el circuito femenino. Tanto su derecha como su revés dejan pocos errores en la estadística, y su servicio, aunque no definitivo, es seguro.En 2004, tras dominar el circuito ITF, dejó su carta de presentación en su segundo torneo WTA, Guangzhou, en el que se llevó la victoria. Desde entonces, ha sido siempre un dolor de cabeza para las jóvenes pegadoras.

Ya al final de su carrera, parece haber dado un paso más en su madurez, y ha ganado ya dos torneos este año. Nadie duda de que seguirá luchando contra tenistas más altas, más jóvenes y más mediáticas, y poniéndolas en aprietos en nombre de 1300 millones de paisanos.