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Cosme

Javi

NO

¿Te imaginas a Santana, McEnroe y compañía respondiendo a un sartenazo de Djokovic o al liftado brutal de Nadal? Pues yo tampoco. El juego evoluciona y la preparación es cada vez mayor, además de los materiales. No hay más que ver la velocidad de los peloteos de los partidos de otras épocas, con los servicios a menos de 100 kilómetros por hora y los golpes cortados a media pista. Seguramente dentro de veinte años habrá una generación más potente que ésta, es ley de vida, pero hasta la fecha, a falta de ver a Federer con una raqueta de madera, no hay comparación.

 

Pero es que además esta gente de ahora son unos genios. Llevan años en el 'top', regalándonos cada año un puñado de partidazos, estableciendo rivalidades que ya son clásicas, sin que los chavales que vienen (Dimitrov, Raonic...) terminen de desbancarlos. Federer, sin ir más lejos, ganó al entonces número 1 Sampras en Wimbledon de 2001, con 19 añitos. Rafa con 17 años ya arrasaba. Pero no solo eso. Estoy convencido de que los Del Potro, Tsonga y demás componentes del 'segundo escalón' no cederían un set ante los Henman, Rafter, Ivanisevic...

 

Además, hoy los especialistas prácticamente han desaparecido, y la práctica totalidad de los tenistas rinden a un muy buen nivel en todas las superficies. Sin duda, esta es la mejor generación de tenistas que hemos visto.

Definitivamente, no. La prueba de ello es que hoy en día los partidos son planos, todos son iguales. Llevar al extremo el profesionalismo ha derivado en la irrupción de un tenis en el que prima el apartado físico y ver quién pega más fuerte a la bola. La inmensa mayoría de los jugadores no tienen recursos para cambiar la tendencia de un partido, o para llevar el mismo a su terreno. Existe un único tipo de golpe, dos a lo sumo. Y se repiten hasta la saciedad. Los tenistas de hoy son auténticos robots mecanizados que no cuentan con un plan B. También ha contribuido a este decadencia de la que hablo la extinción de los especialistas: por alguna razón, probablemente la necesidad mediática de iconos, las pistas se han igualado, reduciendo a la mínima expresión las diferencias entre superficies. Cuatro tenistas ganan todos los partidos haciendo prácticamente el mismo tipo de juego durante todo el año: la adaptación es mínima y eso va contra la naturaleza del tenis. El mismo cambio ha ocurrido en el circuito femenino, donde las hermanas Williams se han multiplicado. Todos los tenistas de hoy en día son arquetípicos. La globalización ha llegado al tenis y lo que disfrutamos en la actualidad es un gran espectáculo, pero no un deporte. Nadal, Federer y Djokovic son fueras de serie, pero en igualdad de condiciones físicas dudo que acumulasen los éxitos que tienen de haberse enfrentado con las generaciones anteriores, en las que, entre otras cosas, había variedad y alternativas. Y la competitividad también hay que valorarla.

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