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|ATP Finals 2013, Londres|

"All Star Tennis 2013; showtime"

En primer lugar, quiero mandar un saludo muy especial a todos aquellos que estéis pensando en este momento en Michael Chang, en pistas de tenis sobre hielo y en bolas de fuego. A los que no compartís generación conmigo, simplemente explicaros que el All Star Tennis '99 fue un videojuego bastante popular a finales del siglo pasado. Era bastante surrealista y no especialmente bueno, pero era divertido y de los pocas opciones que ofrecía el mercado. Eso sí, nadie puede discutir que los partidos que se jugaban eran espectaculares, como algunos de los que pudimos ver en Londres la semana pasada.

Nostalgias aparte, en nuestro aún escaso currículo como espectadores en directo, los miembros de Ojo de Halcón contamos en nuestro bagaje con una final, una semifinal y una eliminatoria de permanencia de Copa Davis, una semifinal de Copa Federación, Masters 1000 de Madrid y Roma, dos ediciones del ATP 500 de Valencia, un Campeonato de España y varios Futures. Y desde hace unos días, también toda una Copa Masters. Llevamos tiempo preparando el asalto a un Grand Slam, pero quizás no sea una operación tan rentable como pueda parecer. Aunque a ver quién es el guapo que renuncia a un enero a cuarenta grados en Australia...

 

Estuvimos en los dos primeros días de competición. La suerte se alió por una vez con nosotros (con el tiempo comprobaréis que somos bastante gafes) y los resultados de Paris obligaron a modificar el calendario de competición para facilitar el descanso de algunos tenistas. Al final, pudimos presenciar en directo un Wawrinka-Berdych, un Del Potro-Gasquet, un Nadal-Ferrer y, la guinda del pastel, un Federer-Djokovic. Esta degustación del mejor tenis fue completada con los dobles Qureshi/Rojer-Fyrstenberg/Matkowski, Granollers/López-Marrero/Verdasco, Stepanek/Paes-Peya/Soares y Bryan/Bryan-Dodig/Melo. Entre el despliegue de medios, las instalaciones, la organización, la puesta en escena y los protagonistas, aquello era lo más parecido al fin de semana de las estrellas de la NBA que uno puede imaginar.

 

Preparados para un vendaval de tenis por parte de los mejores singlistas y doblistas del momento, nuestras expectativas se quedaron cortas. Tan sólo el Qureshi/Rojer-Fyrstenberg/Matkowski y el Nadal-Ferrer tuvieron un nivel inferior al esperado. Y en el caso de los españoles, tampoco era tan grave siendo los dos tenistas a los que más veces hemos tenido la oportunidad de ver en directo. Todo lo demás fue asombroso. La superioridad mostrada por Marrero y Verdasco también deslució un poco su partido, pero únicamente en términos de emoción, pues su dominio de la modalidad y sus variaciones de juego fueron una auténtica exhibición. En la especialidad de dobles, divertida y vibrante como siempre, nos llamaron también la atención el desempeño del 'indio' Paes y la pareja formada por Marcelo Melo y un descomunal Ivan Dodig, que arrollaron a los Bryan desplegando un juego soberbio.

 

En el torneo individual, tras un desigual primer set en el que Wawrinka campó a sus anchas, el suizo y Berdych nos dieron un anticipo de lo que se nos vendría encima, jugando los dos siguientes sets al máximo de sus posibilidades. Ya entonces comenzamos a cruzar las primeras miradas de incredulidad. A continuación, el Del Potro-Gasquet fue una orgía de tenis. Aquello no había ya quien lo detuviese. Los cohetes que salían de la raqueta de Delpo ya los conocíamos con anterioridad (Final de la Davis y Madrid), pero la sutil réplica de Richie devolviéndolos con magistral precisión a la órbita terrestre una y otra vez nos hizo enloquecer.

 

Hay tres tipos de tenis: el que se ve por televisión y el que se presencia en directo, que a su vez se divide en Copa Davis y competición individual. La toma de televisión iguala los golpes, dificulta la apreciación de los cambios de velocidad o la viabilidad física de determinadas trayectorias. Por cable, el tenis es divertido, pero mucho más lineal. En la Davis predomina la pasión, una suerte de todo vale en la grada. Es la degradación del deporte de la raqueta hasta niveles casi futbolísticos. Se vive un ambiente extraordinario, pero la euforia nubla tus sentidos y tu percepción pierde eficacia, repercutiendo en el posterior recuerdo del partido. Fuera de la Davis, el tenis en directo es un regalo que dura para siempre.

 

El nivel del tenis que ofrecieron el pasado lunes el argentino y el francés fue de una maestría y una intensidad inverosímil. Los golpes, cada cual más extraordinario conformando intercambios asombrosos. Más de dos horas del mejor tenis que se puede imaginar. No en vano, son el quinto y el noveno jugador del ránking. Ahí está la clave de este artículo. Fue tras la desolación por el final del encuentro cuando nos dimos cuenta: quizás no merezca la pena viajar a un Grand Slam (atmósfera aparte) si el presupuesto no nos permite asistir a las jornadas finales, no después de haber estado en las ATP Finals. A ver, el tenis suele ser divertido casi siempre, independientemente del nivel de juego de los contendientes. Además, en cualquiera de los casos estamos hablando de élite. Pero la verdad es que después de haber saboreado los mejores ibéricos, es difícil volver a acostumbrarse a comer sólo mortadela. Ya no quiero ver a Rafa jugar contra el 36 del mundo si puedo verlo jugar contra el 6. Porque el espectáculo no es ni parecido.

 

En fin, que no perdáis la ocasión de acudir a los torneos de tenis. Aprovechad cada oportunidad que se os presente, pero sed conscientes de las posibles consecuencias de ver enfrentarse a dos grandes. Luego no digáis que en Ojo de Halcón no os lo advertimos. Os lo dice alguien que cuando vio aparecer a Federer por el túnel de vestuarios pensó que era de dibujos animados. Roger es Disney y Novak un poco más Pixar, aunque al final los dos acaben siendo sólo uno. Sus golpes no son mucho mejores que los del resto, no de una forma tan clara como podría pensarse, pero la velocidad de su juego es muy superior. Jamás pasé tanto tiempo de pie en un partido de tenis, emitiendo sonidos incontrolables a medio camino entre la fascinación y la incredulidad. Han pasado ocho días hasta que he podido escribir este artículo. Y es que todavía me duelen las manos de aplaudir. Me gusta el tenis. 

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